Los tapires
viven a lo largo de Centroamérica, América del Sur, Asia e Indonesia. Prefieren
los hábitats húmedos y selváticos. También los bosques, las montañas, pantanos
o praderas, si en ellos existen fuentes de agua suficiente. Las grandes fuentes
de agua no solo les permiten consumir grandes cantidades de agua diariamente,
sino que además la utilizan como medio de protección. Estos lugares los ayudan
a escapar de sus depredadores más comunes (el tigre en Asia y el jaguar en las Américas).
Lanzándose al agua rápidamente cuando son perseguidos.
Debido a su
hábitat selvático el tapir ha desarrollado un hocico alargado que utiliza para arrancar
las hojas, frutas, hierbas y raíces que consume. Con él además puede recolectar las plantas acuáticas
de los pantanos y tomar agua. Los machos utilizan el hocico para pelear en
periodo de apareamiento.
Otra adaptación
morfológica del tapir lo es su pelaje. El pelaje corto, erizado y de colores
oscuros le permite camuflarse fácilmente. Además sus patas tienen pesuñas
especiales adaptadas para facilitarles
el paso a través del denso follaje selvático.
Un dato
curioso del tapir es que sus crías nacen con franjas alargadas de patrones
diferentes y de color gris que se difuminan con la edad.
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